La obra de Eduard Antonio Díaz
(1985) es registro de una repetición de
acciones que, bajo el signo gráfico, conjuga con afabilidad dos momentos históricos diferentes. Bajo el título Anacrónicos se reúnen
un conjunto de obras que revelan un profundo interés respecto al implacable
paso del tiempo sobre las cosas y respecto a cómo los diferentes eventos
históricos se retroalimentan para conformar el presente.
Una compulsiva pero estructurada
acumulación de imágenes y materiales, el trabajo seriado y los soportes nobles
sugieren la intención de degradar los elementos a su mínima capacidad
expresiva, conservando con ellos el poder de la imagen y su discurso, jugando un poco a la destrucción
paulatina de cada uno de ellos para así obtener la esencia de los mismos.
De manera analógica, las obras que
conforman Anacrónicos poseen un ciclo con determinado ritmo de
transformación, tanto físico como inmaterialmente. Las imágenes son tomadas de archivos
fotográficos familiares que registran un
período temporal y ahora subyacen en el discurso plástico del artista,
arrastrando consigo la historia y con ella, la evolución del hombre. Los
periódicos, textos tomados del acontecer nacional del pasado, contribuyen a
gestar un interesante diálogo entre la historia personal del artista y el
desarrollo de su núcleo familiar y local, contrastando la realidad social del
momento con la realidad actual,
permitiendo que confluyan diversos factores que aportan a la formación
de nuevas perspectivas sobre el origen de los individuos y de sus complejas
manifestaciones.
La obra de Eduard Antonio Díaz es un
camino que lleva al encuentro con uno mismo, detrás de su apariencia matérica,
se oculta un profundo deseo por confrontarse con el origen, por volver al
pasado, destruyéndolo, transformándolo para dar paso a algo nuevo, para
establecer nuevas lecturas sobre el transcurrir del tiempo y de la existencia
misma.
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